Esta sociedad en la vivimos, llena de prisas, catástrofes, consumismo y despersonalización, nos hace perder la alegría y el optimismo para vivir y disfrutar.
Cada vez se echan más en falta momentos para juntarnos, charlar, cantar, bailar, divertirnos...
A lo largo de la historia, la humanidad siempre ha encontrado huecos para celebrar sus alegrías, olvidar sus fracasos y, por encima de todo, comunicar sus vivencias y su capacidad creadora.
Hoy y siempre las fiestas nos animan la vida,y facilitan a las personas la comunicación expresando sus mejores sentimientos. También, proporcionan nuevas amistades, reencuentros y gratos momentos para recordar.
Quién no se acuerda del día de su boda, la matanza, la vendimia, la feria, la romería, aquella corrida de toros...
Sin embargo no haya que olvidar que las fiestas, hoy por hoy, se han convertido en un medio de consumo y en un derroche donde el negocio es una constante.
Por eso sería deseable que recuperáramos el verdadero sentido de la fiesta y que la diversión no consistiera solamente en consumir y gastar.
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